El documental en un exhaustivo estudio

10.25.2010 0:44



La investigación en el campo cinematográfico es muy escasa en el país. Quizá por la escasa producción audiovisual en 35 milímetros o por un desinterés generalizado en los investigadores. Apenas un puñado de libros se puede destacar en varios años de historia. Y gracias a un fondo del Consejo Nacional de Cinematografía para estudios de cine, el ensayista y crítico Christian León acaba de publicar su segundo libro denominado Reinventando al otro, en el que se hace un estudio profundo sobre el documental que filma a los pobladores indígenas.


A esta tentativa de registro visual antropológico del aborigen le ha llamado “documental indigenista”, tras utilizar el término de la pintura, el mismo que abordó la temática de la explotación y maltrato de los pueblos originarios de América y sus luchas sociales.


Su estudio es motivado principalmente por la gran producción de películas hechas a indígenas desde la llegada del cine al país, similar situación que recibió la literatura y la pintura. Esta temática de la identidad nacional y la cultura del cine ha obsesionado a León a lo largo de su vida investigativa. “Siempre he buscado conectar la estética del cine con temáticas sociales y culturales, por ello este tema era perfecto para mí”, dice.


Cine, indígenas y país

Uno de los principales puntos abordados es la relación del cine indigenista y el Estado. Este último empeñado en agrupar a todas las culturas bajo una visión aglutinante de país. Todos estos esfuerzos León los mira bajo sus posiciones políticas y geopolíticas, que las conformaron. Dichas finalidades sirvieron para que el cine sea una herramienta de incorporación cultural a la idea de nación: “productor de imaginarios y representaciones”.


En el texto también se aborda al cine como una idea del europeo occidental por asimilar lo extraño. “Ese sueño frankisteniano de exorcizar lo desconocido”, relata el texto. Existe, entonces, una ansiedad y temor por la muerte, por el tiempo que no puede repetirse y por el otro, este como poblador primitivo del país contrario. Eso abre una necesidad de explorar el continente y enfrentar a todos los fantasmas que se pensaban respecto a los habitantes lejanos, comenta el crítico y analista.


En ese contexto aparece Rolf Blomberg, un extranjero sueco de posición económica alta que pudo viajar al Ecuador y hacer varias películas, muchas de registro exótico. Sus cintas veían al indígena como un sujeto amigable, carismático y con una profunda relación con la naturaleza, tal como lo haría el famoso cineasta documental Robert Flaherty en su célebre película Nanook, el esquimal. Sin que esta visión sea injusta o peyorativa, actúan valores occidentales que operan inconscientemente: la mirada exótica, igual como lo hicieran los primeros cronistas de Indias hace siglos. Incluso se repite en la contemporaneidad. “Uno pensaría que eso ha desaparecido, pero vemos que no es tan cierto. Ese también ha sido uno de los objetivos del libro”, manifiesta.


Honestidad visual

¿Hay una forma honesta o correcta de filmar al indígena? “No se puede saberlo, lo que sí es que mientras más conciencia haya de esa diferencia, se puede ser más autorreflexivo y modificar el relato”, afirma León. Con ello se encuentra una forma de cuestionar todo el cine que antecede llena de esa inconsciencia. El afirmar todos los engaños de la imagen y los elementos audiovisuales daría pie a ser más objetivo. Se trata de ver las cosas desde los pueblos. “Siempre hemos contado historias desde el Estado, y en el caso del cine hemos visto una estatización. Si pones la cámara desde el otro lado, desde quienes han sufrido ese poder, la historia cambia”, aduce.



Los hieleros del Chimborazo

La película de los hermanos Guayasamín, Los hieleros del Chimborazo, merece un amplio estudio en este libro, por ser una cinta muy premiada en el extranjero y porque, además, coloca al indígena en otro contexto frente a la cámara. Allí, un indígena bajo efectos del alcohol increpa a la cámara de los realizadores con ira, pero a la vez exigiendo ser él quien pregunte.


León explica que esa voz interior es disidente. Una voz que es contraría a la voz argumental de las películas. Este hombre que irrumpió en las imágenes tuvo varias lecturas. La de León fue decir: “¿Por qué solo ustedes tienen derecho a preguntar?”. Esa reflexión sobre quién tiene la capacidad de filmar y hacer un relato es en este filme un punto muy interesante. “Responder de esa manera no es no tener capacidad de respuesta, sino generar cambios”, afirma.


Frente a la pregunta sobre que muchos de los documentalistas ecuatorianos son formados, no en la literatura ni en la sociología o antropología, sino en el mismo cine, que desconocen la teoría investigativa en el celuloide, León es tajante en asegurar que el principal problema en la cinematografía ecuatoriana es que se ve como algo cada vez más técnico. “Se reduce a la tecnología toda la complejidad del cine, incluso en la formación de los futuros realizadores se pone énfasis en los procedimientos tecnológicos antes que en el contenido de las historias”, expresa.


Una de las vías para enfrentar esto, recomienda el investigador, es relacionar o iniciar un diálogo del cine con las ciencias sociales. Estas ramas del conocimiento tienen mayor destreza en topar temas de diversidad cultural y adosarán los discursos. “No se puede desconocer todo lo investigado frente a este tema, y en eso falta una conversación interdisciplinaria”, asegura.


El país es documentalista

¿Se ha podido observar algún trabajo interesante que haya pasado oculto y que pueda ser digno de destacar? Christian afirma que en esa diversidad encontrada, altos y bajos en calidad y técnica, se puede afirmar que las mejores películas documentales del país están asociadas a la temática indígena.


José Corral Tagle es uno de los directores que el estudioso destaca, así como la película Memorias de Quito y las cintas de los hermanos Guayasamín. Estos filmes han permitido desarrollos importantes y han abierto nuevas cosas que no se habían visto sobre los pueblos indígenas, de forma pionera y decisiva. Tuvieron incidencia social y ayudaron a construir un imaginario distinto en el campo del cine. La obra de León analiza tanto los méritos como los límites, también los discursos políticos, geopolíticos y valores de dichas estéticas visuales.


El lanzamiento de la obra será en la sede de Flacso (La Pradera E7-174 y Av. Diego de Almagro), a las 19:00, el miércoles 15 de septiembre. El libro ya se encuentra a la venta en las librerías del país.